¿Cuántos estarán, en estos días, disfrutando de una marea calma? Recordarán la “importante” finalidad de las banderitas de colores en las playas, que nos indican cuándo deberíamos tener ciertas precauciones y cuándo despreocuparnos, nuestro consejo es: no se fíen nunca del mar, si hay olas siempre habrá peligros latentes
La analogía elegida por los medios de comunicación para denominar la embestida del gobierno nacional contra las/os trabajadoras/es del Estado Nacional tiene un alto porcentaje de efectividad. Pensar los sucesos de los últimos 20 días bajo la expresión “Ola de despidos” no solo embellece el texto sino que incorpora en sí misma la figura de un proceso. Una ola, que tiene (tuvo) un comienzo, y está siguiendo un desarrollo.
¿Frente a qué tipo de marea estamos? ¿Está subiendo? ¿Está bajando? ¿Qué color de banderín le darían los salvavidas mediáticos a semejante panorama?
Seguramente, pocas/os terminaban de creer en las amenazas de una reducción de personal arbitraria, contraria a los derechos de las/os trabajadoras/es. Aquí, nuestras pesadillas están volviéndose realidad, pero… ¿Aquí dónde?
En la provincia de Tierra del Fuego, bajo las condiciones climáticas macristas, la gobernadora kirchnerista Rosana Bertone ha encontrado también su momento de ajuste. Bien ha aprendido, en tan solo 16 días de gobierno, a surfear sobre la coyuntura. Al día de hoy son 600 los despidos infundados, sin auditoría ni reconocimiento mínimo de trayectoria laboral.
Con vestigios de los noventa, se cohíbe la lucha por el aumento de salarios, y en guiño con empresarios también se expone a las/os compañeras/os trabajadoras/es del ámbito privado para más despidos.
La forma de proceder de los distintos gobiernos, tanto a nivel nacional como en distintas provincias, se enmarca en una visión y un discurso que estigmatizan, discriminan y denigran tanto al Estado como a las figuras del trabajador y trabajadora del sector público.
Volvamos a nuestra analogía: la ola. Las dimensiones que se están movilizando, los velos del calor, la humedad y la compra de medios de comunicación no deben taparnos los oídos ni los ojos. No debemos acostumbrarnos, debemos prestar real atención.
Hoy nos encontramos luchando codo a codo con compañeras/os de todas las provincias. El llamado de unidad de sindicatos y de asambleas auto-convocadas debe otorgarnos la criticidad y el alerta que por mucho tiempo pasó de largo en los espacios de lucha. Hoy, al discurso de los derechos adquiridos no solo debemos repetirlo, llegó el momento de defenderlo con nuestro cuerpo. Ahora bien: con nuestro cuerpo y por cada una/o de las/os compañeras/os del país.
La ola no tiene banderas ni colores. La ola es una sola, reconozcámosla.
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